Como la feria por excelencia, Arco es también una eficaz forma de tomarle el pulso al mercado del arte. Si en la pasada edición parecía que por fin llegaba de nuevo el despegue en las compras, este año los galeristas confirman que el periodo de tristeza, en el que muchos espacios se vieron abocados al cierre, ha pasado a mejor vida y la alegría vuelve a instalarse en los estand de los pabellones 7 y 9 de IFEMA. Pero no solo eso, además el coleccionismo, que se vio seriamente mermado durante la crisis, resurge incluso con nuevas caras dispuestas a iniciar colecciones. Y junto con esto, las fundaciones, museos, instituciones… vuelven a interesarse por los artistas, a proponer proyectos… La crisis, al menos en Arco, parece haber pasado. La alegría ha llegado (esperemos que) para quedarse.
Como en todas las ediciones, este año no han faltado artistas como Tàpies, Miró, Judd o Flavin, así como clásicos de la feria como Opie, Ai Weiwei, Secundino Hernández o José Manuel Ballester; ni su dosis de polémica con la retirada de una pieza de Helga de Alvear; ni esas obras que se salen de lo convencional y que tanto gustan a las televisiones. De hecho, este ARCOMadrid tiene como novedad que no se ha dedicado a un país sino que se han reunido propuestas alrededor de una idea: el futuro, y se han expuesto de una forma peculiar, como en teoría se exhibirá el arte en unos años. Hay quien lo ha comparado con el concepto de supermercado, donde está todo a la vista y el visitante elige lo que quiere consumir. Más allá de eso, quizá esa zona ha quedado algo diluida en una feria mastodóntica, donde muchos lo han tomado como área de descanso y juegos.
En cualquier caso, nuestro paseo por la feria no se centra ni en polémicas ni en el futuro. Nuestra primera mirada es siempre para las galerías sevillanas. De nuevo son Rafael Ortiz y Alarcón Criado y de nuevo apuestan por nombres conocidos en ARCOMadrid.
La propuesta de Alarcón Criado incluye a Nicolás Grospierre, que siempre causa sensación y es centro de miradas -y más fotos-, las impresionantes fotografías de José Guerrero, las cuidadas acciones de Jorge Yeregui, el trabajo con textiles de los hermanos MP Rosado, la curiosa recopilación de fotografías de François Bucher, la caja de luz de Dénes Farkas, los trabajos en papel de Bernardo Ortiz, y el proyecto de Ira Lombardía.
El cuidado estand de Rafael Ortiz viene cargado de nombres de gran peso como Equipo 57, que también expone en su espacio madrileño del barrio de las letras, la abstracción matemática de Manuel Barbadillo, las intervenciones sobre láminas de desnudos femeninos de Carmen Calvo o las instalaciones y delicadas fotografías de Dalila Gonçalves. Unas piezas que conjugan a la perfección con la producción de Norman Morales, que de nuevo este año despierta gran interés.
Muy interesante son también las obras de Blanca Gracia y Juan Carlos Bracho que pueden verse en la galería Ángeles Baños (9F15).
Las fotografías intervenidas de Nino Cais en Casa Triángulo (9D10) merecen una visita.
Es siempre un placer encontrar obra de Rubén Guerrero, que encima este año comparte el estand de Luis Adelantado con Fuentesal & Arenillas.
Pasar por Juana de Aizpuru (9C05) es casi visita obligada en Arcomadrid. Nos quedamos con las obras de Rogelio López Cuenca, Cristina de Middel y Pierre Gonnord.
Esther Ferrer es una artista que nos gusta en cada una de sus fases creativas y este año pueden verse en la feria varias de ellas. Además en Àngels Barcelona (9D06) comparte espacio con Joan Foncuberta, que tiene un curioso proyecto en el estand de la Diputación de Huelva.
La obra de Marc Ryden, que pasó por el CAC Málaga, no deja indiferente. El preciosismo de sus piezas se puede disfrutar en la galería Javier López & Fer Francés (7E09).
Y como final, esta pieza de Rinus Van de Velde que expone en varios espacios de la feria. Esta en concreto está en la galería Tim Van Laere (7C08).