ARCO es la madre de todas las ferias de arte contemporáneo y en este último año de Carlos Urroz como director parece haber vuelto al redil y ha recuperado el ADN que la ha venido caracterizando.
Esta edición ha tenido todos los elementos que se esperan de ella. Una pequeña dosis de mercado secundario con Tapies, Picasso o Miró; las clásicas obras de Plensa, Opie Balkenhol y Olafur Eliasson; y una pizca de polémica, claro, esta vez en forma de ninot del rey Felipe VI. Una obra de Merino y Sierra que parecen haber unido fuerzas para lanzar un órdago a Urroz en su última feria, tras haber sido objeto en años anteriores de la «censura» feriante. Y ha habido espacio para la provocación con la obra de Daniel G. Andújar con su sentencia de la Gürtel -literal-.
También ha contado con país invitado, Perú, tras la experiencia de ‘Futuro’ del pasado año que no terminó de cuajar. Mucho mejor estructurados, eso sí, los stand, tanto de las galerías, como los solo projects, los espacios de medios, patrocinadores…
Más allá de esto, las galerías que han llenado los pabellones 7 y 9 de Ifema han apostado especialmente por la escultura y la pintura, presentando piezas menos llamativas que en otras ocasiones y más del gusto de los coleccionistas. El textil y el libro han sido grandes protagonistas en una feria donde la mujer y la inmigración han tenido más espacio.
La cuota andaluza ha estado mejor que bien representada por las galerías sevillanas Rafael Ortiz y Alarcón Criado, como ya viene siendo habitual en las últimas ediciones. Los de la calle mármoles han apostado por nombres de peso en su proyecto con piezas de Equipo 57 y Manuel Barbadillo -que son una delicia-, Graciela Iturbide, Dalila Gonçalves, Carmen Calvo -además de sus habituales intervenciones fotográficas se le añadía una maravillosa colección de pinceles-, Jose Miguel Pereñíguez -con piezas exquisitas de cuero y unas tégulas de madera-, Inmaculada Salinas y José María Báez, con una posición especialmente llamativa en el stand que este año se estrenaba en el pabellón 7 -7E06-.
Alarcón Criado -stand 9B11- también ha optado por recuperar nombres ya conocidos en sus propuestas para Arco de años anteriores con los hermanos MP & MP Rosado, Jorge Yeregui, Nicolas Grospierre, José Guerrero, Ira Lombardía o Bernardo Ortiz. Este año ha vuelto François Bucher y han presentado como novedades a Pedro G. Romero y José Alejandro Restrepo.
Pero ha habido también andaluces en muchas otras galerías. Gordillo, Pérez Villalta -que ha tenido una importante presencia en stand dúo de Fernández Brasso-, Ana Barriga o el Premio de Cervezas Alhambra, así como el proyecto de artista del cordobés Pepe Espaliú con García Galería. Destaca igualmente la potente lección de anatomía de Santiago Ydáñez en el stand de la Academia de España en Roma, una de las piezas que más nos ha gustado de esta edición.
A todo ello se ha sumado ‘cinco veces dos’, una apuesta de la Diputación de Huelva con instalaciones de Javier Map y María JL Hierro, fotos de Antonio Morano y Fabiola Moreno, pinturas de Pablo Merchante y Fuentesal y Arenillas -que también tenía obras en Luis Adelantado-, esculturas de Martín Lagares -cuyos besos han podido verse igualmente en Hybrid- y Chata Terrades, y las ilustraciones de Antonio Suárez y Francisca Alfonso. Una propuesta que resultaba interesante pero poco definida.
La Fundación provincial de artes plásticas Rafael Botí -7H09-, de Córdoba, plantea una reflexión en torno a las migraciones comisariada por Isidro López-Aparicio. Especialmente emocionantes las obras de Fernando Baena y Gervasio Sánchez, sobre la actual migración de África a Europa y los movimientos de personas que provocan las guerras. Pepa Anguiano presenta un trabajo sobre las fronteras y Beatriz Sánchez recrea escenas que nos retrotraen incluso a la emigración de los españoles a Europa.
En definitiva, una edición más clásica que en años anteriores a la que solo le falta para ser completa que el nivel de ventas se sitúe en niveles previos a la crisis algo que, de momento, no termina de suceder.