La mayor parte de las veces que nos enfrentamos a una exposición ignoramos el desarrollo que supone para la historia del arte. El proceso de investigación, oposición y yuxtaposición de conocimiento, nuevas miradas sobre la relación entre obras o entre el artista y diferentes contextos… incluso restauraciones o recuperación de piezas que han quedado olvidadas en almacenes. Sema D’Acosta, comisario de la exposición ‘The Richard Channin Foundation’, se ha empeñado en que no pasemos por alto este proceso, y sitúa en el mismo nivel la propia producción artística de la RCHF y el fenómeno que supuso en el arte del cambio de siglo en Sevilla, un elemento adicional que multiplica el interés.

La RCHF fue un colectivo artístico integrado por Miki Leal (Sevilla, 1974), Juan del Junco (Jerez, 1972) y Fernando Clemente (Jerez, 1975), y que surge por la confluencia de dos vertientes de objetivos comunes.

Por un lado, hay una respuesta a la precariedad de medios y a la falta de visibilidad de la producción de unos jóvenes que salen de la Facultad de Bellas Artes -contra la que manifiestan por sus métodos adacemicistas- y necesitan encontrar un espacio que les permita ser reconocidos como parte del endogámico circuito del arte.
De otro, encontramos una actitud desenfadada, un interés por la diversión y la trasgresión que serán seña identificativa de la Channin. Porque este colectivo y su influencia no se entienden sin una dosis (aglutinadora) de poca vergüenza.



Difícil amalgama, sí. Pero Juan, Fernando y Miki cuentan con un elemento que no les falla: la autenticidad. Puede parecer que sus propuestas iniciales adolecen de profundidad, pero el tono caricaturesco, donde destacan lo cutre y lo chano, no viene sino a reforzar ese caracter satírico de su denuncia.

Esa autenticidad les convierte en una suerte de vórtice, atraen a otros jóvenes creadores en parte por sus propuestas artísticas y, fundamentalmente, por la frescura que aportan. En la lista de nombres aparecen gran parte de los artistas que ahora reconocemos y que forman parte de esta generación de los setenta y ochenta: José Miguel Pereñíguez, Rubén Guerrero, Mariajosé Gallardo, Norberto Gil, Cristóbal Quintero, Ramón David Morales… e incluso los MP&MP Rosado.



No son la primera experiencia -basta recordar la Agustín Parejo School o Equipo Múltiple-, pero sí han marcado una forma de hacer comunidad artística en Sevilla. Espacios como Sala de eStar o Plan Renove son difícilmente explicables sin la Channin, incluso en la cohesión a través de la comida popular.
La evolución individual de la creación de Fernando Clemente, Miki Leal y Juan del Junco fue consumiendo la capacidad de producción del colectivo. Destaca Sema que el gran valor de la Channin fue la autenticidad, «convertir la experiencia vital en experiencia artística«. Ese modo de hacer y su estela mantienen su vigencia.



La exposición puede visitarse en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo hasta el 20 de octubre.
NIEVES G. GROSSO | SEVILLA